Experiencias LiJ

Trotando con Platero…

una experiencia de lectura y escritura

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La docente y escritora Raquel Aznar comparte en EdeLij su experiencia en torno a una propuesta que tiene como objetivo principal la recreación de la obra clásica de la literatura española: Platero y Yo de Juan Ramón Jiménez.

En torno a esa intención giran los siguientes propósitos:

  • Ofrecer lecturas con atmósferas emocionales de hondo linaje sensorial, capaces de transferir la condición humana y su instancia social.
  • Despertar el placer de leer narraciones breves, donde el simbolismo, altamente metafórico cede el paso al mundo natural.
  • Facilitar el acercamiento de los lectores jóvenes a las obras clásicas de la literatura, rescatando la vigencia de los planteos universales a través del tiempo.

Los integrantes del taller pertenecen a 5º y 6º año EGB de la escuela “Dr. Oscar Ignacio Agüero” ubicada en Carrodilla del departamento de Luján de Cuyo, provincia de Mendoza. Este abordaje recibió además la colaboración de Zulema Jaliff -docente del establecimiento- y el acompañamiento constante de la Biblioteca P. M. J. B. Alberdi. Situación detectada: La escuela está inserta en una comunidad con importante problemática socio-cultural, por consiguiente, el grupo de alumnos con el que se trabajó no es ajeno a esa situación. A partir de este entorno la obra Platero y Yo predispone a los lectores a establecer vínculos de acercamiento disparando necesidades afectivas cohibidas.

La fuerza que contienen las obras clásicas…

Los capítulos trabajados con los/las chicos/as resultaron una sucesión de anécdotas cotidianas en las que los niños pudieron encontrarse e identificarse.

Estrategias desarrolladas: Los alumnos organizados en grupos y parafraseando “acero y plata de luna al mismo tiempo” y otras frases del capítulo I, se llegó a disparar necesidades expresivas que se concretaron en un abanico de modalidades, tales como dibujos en láminas de colores, collage de papeles con texturas diferentes, escritos, acuarelas, modelados en plastilina, títeres y artesanías con material descartable. Ante estas acciones estimuladoras, los chicos hicieron mimesis entre la percepción simbólica que desprende la lectura y la canalización de los afectos, permitiéndoles nuevos sentidos a sus mundos. Todas las estrategias tuvieron como sostén el siguiente andamiaje y de allí se desprendieron las diversas producciones: Soñar: un estímulo a la imaginación y a las aparentes visiones irreales en diversos fragmentos de los capítulos. Admirar: una admiración espontánea, un hábito a escuchar la vida, a pesar del bullicio ensordecedor de los nuevos mundos urbanos que ahogan los sonidos impresionables de la naturaleza. Discrepar: una posibilidad para el discernimiento de los opuestos y de las ambivalencias, una forma de tomar conciencia social. Inventar: una instancia de reinvención para llegar a la metáfora. Un hallazgo a la poesía que no es casta, ni doble, ni abstracta, ni aristocrática, según Juan Ramón Jiménez.

Ante varias de las situaciones mencionadas y mediante la intervención y la escucha musicalizada de frases de los diversos capítulos, se manifestaron situaciones que generaron ansias de comunicación en los grupos, la escritura reclamó su espacio. El taller ofreció esa posibilidad permitiendo la producción de escritos libres que testimonian movilizaciones internas, en el caso de Platero, incorpora al lector puesto que se trata de Platero y Yo. Una invitación a consultas al azar de los capítulos de la obra facilitó la inspiración a producir.

El poder evocativo dejó a las vivencias como protagonistas, convirtiéndolas en una fiesta simbólica. El seguimiento y continuidad de este quehacer expresivo requiere demora, un tiempo. Dice Gadamer: La esencia de la experiencia temporal del arte consiste en aprender a demorarse (…); pues lo que intentamos en nuestra relación con el mundo y en nuestros esfuerzos creativos, formando o coparticipando en el juego de las formas, es retener lo fugitivo. Esto es un proceso con intervalos y tiempos de espera, puesto que los logros son esencialmente vivenciales.

Al final de los encuentros se advirtió -en expresiones orales, gestos y escritos- una liberación placentera. La palabra poética del Andaluz Universal puede -en los chicos- decir… evocar… encontrar otros Plateros… llorar algunos Plateros que se perdieron y visualizar otros, en otros sitios…

Además, dice la docente Z. Jaliff reiterando los logros obtenidos: Las manifestaciones volcadas al papel, permitieron reflejar sentimientos del alma… sentimientos que sólo a través de la internalización de Platero pudieron ser expresados con palabras… con sonrisas tantas veces contenidas… con lágrimas tantas veces no lloradas… Una oportunidad para volver a hábitos lectores de obras que como Platero y Yo reconocen la necesidad de sorpresa y curiosidad, advertencia “del mundo” y “los mundos” que nos rodean. La prosa en los lectores filtra claridad, simpatía y ternura. Una mirada blanda, pero firme es capaz de convertir escenas de dolor en otras pintadas de colores y aromatizadas con hierbas campesinas. Raquel Aznar [1]

[1] (raquelaznarzarategui@hotmail.com) Actualmente realiza un trabajo de investigación con la obra "Platero y yo"

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